Los pestiños con miel son una delicia tradicional de la repostería española, especialmente popular en Andalucía durante las festividades de Semana Santa y Navidad. Estos pequeños bocados, crujientes por fuera y bañados en miel, son una explosión de sabor que combina la sencillez de los ingredientes con la riqueza de la tradición.
Lo fascinante de los pestiños con miel es su textura y su sabor inconfundible. La masa, hecha con harina, aceite de oliva, anís y a veces un toque de vino, se fríe hasta alcanzar un dorado perfecto y luego se sumerge en miel caliente, que impregna cada pestiño con una dulzura pegajosa y deliciosa. El resultado es un contraste maravilloso entre el crujiente exterior y el suave y dulce recubrimiento de miel.
Preparar pestiños es un ritual en sí mismo, desde el amasado y el formado de la masa hasta la fritura y el baño en miel, creando una experiencia compartida que es tanto gastronómica como emocional.
Junto con las rosquillas, son el desayuno/merienda/postre de mi infancia. Una receta que ha pasado de generación en en generación, y no por casualidad. Están riquísimos, los ingredientes son muy sencillos, aguantan semanas bien conservados y solo requieren un mínimo de mañana apra que salgan perfectos. ¿A qué esperas para probarlos?
Poner todos los ingredientes menos la harina y la miel en un bol. Ir añadiendo harina hasta que se pueda manejar la masa. Dejar reposar durante media hora.
Hacer una tira con la masa, aplastar y cruzarla en forma de lazo.
Freír en aceite muy caliente en el que previamente habremos añadido 8-10 garbanzos secos (para que el aceite no se queme).
Si se desea hacerlos de azúcar, bañar inmediatamente después de la fritura para que se pegue.
Calentar la miel en una cacerola con un poco de agua, clavo y cáscara de naranja molida. Hervir hasta que la mezcla sea pegajosa al tacto
Bañar los pestiños de uno en uno, con precaución al manipular la miel caliente.
Dejar enfriar para no quemarnos y que cojan cuerpo.