El pudding es un postre clásico británico que ha conquistado paladares con su textura suave y sabores reconfortantes. Originario de Inglaterra, este postre se caracteriza por su versatilidad y la variedad de ingredientes que pueden utilizarse para crear diferentes variantes.
Lo fascinante del pudding es su historia rica y su evolución a lo largo de los siglos. Originalmente, el pudding era un plato que combinaba carne, grasa, harina y especias, todo cocido al vapor o hervido. Con el tiempo, esta receta evolucionó hacia versiones más dulces que incluían frutas secas, azúcar, huevos y a menudo se cocían al horno. Hoy en día, el pudding se ha convertido en un término general para describir una variedad de postres británicos que incluyen tanto versiones hervidas como horneadas.
Otra característica distintiva del pudding es su capacidad para adaptarse a diferentes estaciones y festividades. En Navidad, el pudding de Navidad es una tradición arraigada, elaborada con frutas secas, nueces y licores, y luego empapada en brandy antes de ser flambeada. Esta versión del pudding simboliza el espíritu festivo y la calidez del hogar durante las celebraciones.
Hay que reconocer que los británicos tuvieron una idea brillante. Este postre super sencillo es perfecto para aprovechar sobras croissants o ensaimadas de dias anteriores, y con nada de esfuerzo convertirlo en un postre riquísimo para toda la familia.
Poner en un cazo 170g de azúcar con una cucharada de agua y unas gotas de zumo de limón. Hacer el caramelo hasta que esté dorado y lo vertemos en el molde.
Calentamos la leche con unas gotas de vainilla. Troceamos el croissant y los trozos de pan y los añadimos en el cazo. Cuando está a punto de hervir retiramos del fuego y trituramos con la batidora.
Batimos los huevos con el resto del azúcar y echamos la leche poco a poco mientras seguimos batiendo.
Pasamos al molde con el caramelo y metemos al baño maria en el horno 45 minutos a 170º.